Cada vez que me despierto, intento concienciarme de que no debo pensar en ti, pero mis sentimientos son más fuertes que mi mente. Deseo no mirarte a los ojos, no hablarte, no tocarte... pero en el momento en el que nuestros ojos cruzan sus caminos cuando nos encontramos en el pasillo, todo mi autocontrol se destruye y siento unas ganas inmensas de agarrarte de la mano y encerrarnos en la habitación hasta que nuestros cuerpos no puedan más. Porque cuando me acaricias, lo estropeas todo, me desconcentras, me enciendes y mi mente se desconecta, para dar rienda suelta a la lujuria que se apodera de nuestros ardientes cuerpos.
Y sé que por mucho que intente olvidarte, siempre habrá algo que lo estropee... una mirada, un roce, unas palabras... Aunque no lo creas, eres el responsable de todo mi sufrimiento, de las horas que paso llorando sola en mi habitación, de los golpes que le doy al mobiliario para descargar la rabia que se apodera de mi cuando me haces daño... Eres el responsable de todo lo que pasa a mi alrededor, porque tu eres mi mundo y yo tu satélite, mi vida gira entorno a ti, y eso, es una gran responsabilidad, porque si tu caes yo también...
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